Un equipo de investigación de vanguardia ha logrado un avance significativo en la prevención del ictus isquémico. Han diseñado un sistema que analiza las grasas presentes en la sangre para determinar la calidad de la alimentación de una persona y, a partir de ahí, pronosticar su probabilidad de sufrir un evento cerebrovascular de este tipo. Este descubrimiento podría revolucionar las estrategias preventivas en el ámbito de la salud cardiovascular.
Detalles del Innovador Estudio sobre la Predicción del Ictus Isquémico
En una colaboración pionera, investigadores del Hospital del Mar Research Institute y del Instituto Catalán de Oncología (ICO) en L'Hospitalet, con el apoyo de expertos del CIBEROBN y CIBERESP, han desvelado una herramienta diagnóstica capaz de evaluar la calidad de las grasas dietéticas de un individuo y, con ello, prever el riesgo de un ictus isquémico. Este tipo de accidente cerebrovascular, el más prevalente, podría ser anticipado mediante un simple análisis sanguíneo, marcando un hito en la medicina preventiva.
La investigación se ha centrado en superar las limitaciones de los métodos tradicionales, que dependían de los informes dietéticos subjetivos de los participantes. La Dra. Iolanda Lázaro, figura clave en el Grupo de Investigación en Riesgo Cardiovascular y Nutrición del Hospital del Mar Research Institute y CIBEROBN, explicó que el enfoque radica en combinar los ácidos grasos para crear un índice integral que capture la calidad global de la ingesta lipídica. Este índice se correlacionó con el riesgo de padecer un ictus isquémico.
Para desarrollar este indicador, se identificaron nueve tipos de grasas sanguíneas vinculadas directamente a la alimentación: seis asociadas a una dieta beneficiosa (provenientes de frutos secos, aceites de semillas, pescados grasos y lácteos) y tres relacionadas con alimentos procesados, azúcares y consumo de alcohol, conocidos por sus efectos perjudiciales y su aporte energético excesivo.
El estudio se apoyó inicialmente en los datos de la cohorte EPIC, analizando a 438 individuos que habían sufrido un ictus isquémico y comparándolos con un grupo control de similar tamaño y características que no lo padecieron. Los resultados fueron contundentes: aquellos con un índice de grasas sanguíneas más favorable mostraron un riesgo un 14% menor de experimentar este tipo de ictus.
Para confirmar la validez de este hallazgo, los investigadores replicaron el análisis en una segunda cohorte, el Framingham Offspring Study de Estados Unidos. En esta población, con una composición demográfica distinta, el nuevo índice demostró su eficacia, revelando una reducción del 17% en el riesgo de ictus para quienes mantenían una mejor calidad en las grasas de su dieta.
La Dra. Lázaro enfatiza la importancia de estos hallazgos: “Una menor presencia de grasas perjudiciales y una mayor de grasas saludables en la sangre, fruto de una dieta equilibrada, disminuyen el peligro de ictus isquémico.” Este índice, que puede determinarse con una mínima muestra de sangre, ofrece una vía sencilla para monitorizar la adherencia a una dieta sana.
Aleix Sala Vila, también investigador del Hospital del Mar Research Institute y CIBEROBN, subraya el potencial de esta herramienta para la práctica clínica. “Creemos que puede ser un método eficaz para evaluar el estado nutricional en un momento dado y guiar las modificaciones dietéticas necesarias para mitigar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, y específicamente, el ictus isquémico.”
Los resultados detallados de esta investigación, titulada 'Development of a blood-based lipidomic fat quality score for the risk of ischemic stroke', han sido divulgados en la prestigiosa revista European Stroke Journal. El estudio recibió financiación de 'La Marató de 3Cat' del año 2016, enfocada en el ictus y las lesiones medulares y cerebrales traumáticas.
Este estudio representa un faro de esperanza para la prevención de enfermedades cerebrovasculares. La capacidad de predecir el riesgo de ictus isquémico a través de un simple análisis de sangre abre nuevas avenidas para intervenciones dietéticas personalizadas y oportunas. La ciencia, una vez más, nos dota de herramientas para empoderar a los individuos en el cuidado de su salud, subrayando la profunda conexión entre lo que comemos y la salud de nuestro cerebro. Es un llamado a la acción para adoptar estilos de vida más saludables, respaldado ahora por evidencia biométrica concreta.